Cualquier homenaje a Martí, es y será poco; su grandeza no conoce límites, no hay papel que recoja en sí, todo cuanto hizo y soñó. ¡Tanto amor no cabe en una cuartilla!
Hace unos días conversaba con algunos amigos sobre cuánto tiempo nos tomaría leer las Obras Completas del Apóstol, entonces comprendimos que aprender de Martí, no es un ejercicio de rapidez, sino una marcha constante donde confluyen los deslumbramientos de ahora con las ideas de siglos.
Y me resulta interesante esa mezcla de amor a la Patria y a la vida, en la que se entreteje su quehacer. En este momento en que escribo, recuerdo un fragmento del poema inconcluso, “Patria: Todo por ti. ¡No hay hermosura, ni vida sino en ti!”
Entonces digo, Martí: todo por ti; porque tu legado no pase de largo, sino que avive los corazones de cada cubano y latinoamericano que lleve en su sangre el clarín del corneta incitando al combate.
Un viernes 28 de enero una estrella nueva iluminó el firmamento, tú nacías, y contigo la razón indestructible de que “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro.” Nacía también la idea de esa generación centenaria, que, inspirada en tus doctrinas, te hizo mentor intelectual del Moncada, así como los jóvenes de hoy te declaramos autor de cada batalla que ganamos contra la ignorancia que el enemigo brutal, como lo llamaste un día, nos quiere imponer en su afán de conquistar el universo.
El Sol ahora aquí brilla con luz propia, solo porque tu caída en Dos Ríos no marcó el fin, sino el comienzo de una era en la que vuelves en tu caballo blanco abriendo cielos de esperanza para los humildes. Tú vives en los pobres de la tierra, en el arroyo de la Sierra y en ese monte de espumas de tus versos, nuestro verso.
Inmersa en la jornada martiana, no hay pensamiento más constante en mí que el de su vasta ejecutoria y la gran sabiduría con que antecedió a su tiempo. No hay mayor regocijo que el de ver a un pequeño uniformado que lleva en sus manos La Edad de Oro o El Ismaelillo, y sonríe.
http://www.tribuna.co.cu/marti/patria26.htm
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